NACIMIENTO DEL MUNDO MODERNO

Los cambios de la Edad Moderna.

Tras un siglo de crisis y guerras, en el siglo XV en Europa se dieron grandes cambios a todos los niveles (económico, demográfico, social y político), lo que terminó por provocar la aparición de un nuevo pensamiento que llamamos Humanismo.

Recuperación demográfica y económica.

Durante el siglo XV se acabaron las grandes epidemias, como la peste de 1348 que acabó con un tercio de la población, lo que junto con el aumento de la natalidad llevó a que la población europea creciera, llegando a los 70 millones de habitantes.

Al contar con más mano de obra y más bocas que alimentar, se pusieron nuevas tierras en cultivo, lo que conllevó que aumentara la producción y se creara excedente para poder comerciar. Este comercio se vio favorecido también por las mejoras en las técnicas de navegación (nuevos barcos, nuevos mapas…), el aumento de la producción artesanal para satisfacer las demandas de una población en crecimiento en especial en las ciudades y la aparición de nuevas rutas comerciales que atravesaban Europa de norte a sur, el Mediterráneo y llegaban al lejano Oriente y al norte de África. El volumen de este comercio era tan grande que se vio acompañado del crecimiento del sistema bancario que podía aportar los cada vez mayores capitales que necesitaba, invirtiendo y prestándolos. Esta banca también facilitó el comercio a larga distancia con el uso de las letras de cambio, documento que permitía el pago de grandes cantidades sin tener que transportar el dinero en efectivo, sino solo a través del sistema bancario.

El ascenso de la burguesía.

Aquellos que habitan en las ciudades (los burgos) y no se dedicaban a las tareas agrarias, sino que trabajaban en el comercio, la artesanía, la banca u otros servicios, se denominan burgueses. En la sociedad estamental de la época, la burguesía pertenece al tercer estamento, el de los no privilegiados, y por tanto no son dueños de tierras, pero sí tienen dinero para invertir en distintos negocios (bancos, tiendas, empresas comerciales, talleres manufactureros…). Algunas familias de este grupo social acumularon enormes riquezas, en especial en el sector bancario, lo que terminó por darles influencia política, llegando a ser los banqueros de la mayoría de reyes, obispos y emperadores.

El fortalecimiento de las monarquías.

Durante la Edad Media que está acabando en el siglo XV, el verdadero poder político lo tenían los estamentos privilegiados, el clero y la nobleza, en especial este último que poseía las tierras (por tanto la riqueza) y los soldados. En el siglo XV los reyes empiezan lentamente a imponer su poder político, asumiendo el control real del Estado, centralizándolo en su corte. Los parlamentos, creados en la Edad Media, no se eliminan pero los monarcas les van quitando poder.

Para ayudarse a gobernar los reyes crean nuevos mecanismos y herramientas bajo su control, como ejércitos permanentes y profesionales pagados por el rey al que le debe fidelidad exclusiva (en la Edad Media eran los nobles los que llevaban a sus vasallos a la guerra). La organización administrativa se profesionaliza, igual que la hacienda estatal para controlar los impuestos en su recaudación y su gestión (anteriormente los impuestos los recaudaba la nobleza), y la diplomacia, con expertos que mantienen las relaciones internacionales de cada estado con otros estados. Todos estos profesionales son nombrados directa o indirectamente por los reyes, por lo que se aseguran su control y fidelidad.

Dos de los mejores ejemplos de esta nueva monarquía, que llamamos monarquía autoritaria, son los Reyes Católicos en Castilla y Aragón, y Francisco I de Francia.

El Humanismo.

El Humanismo es un movimiento intelectual que nace en Italia en el siglo XV y se extiende por el resto de Europa en el siglo XVI.

El pensamiento humanista.

El gran cambio del Humanismo fue dejar atrás el teocentrismo medieval, en cuyo pensamiento todo giraba en torno a Dios y la religión, y pasar al antropocentrismo, en el que se ponía el centro de la atención en el ser humano, que es el centro de la naturaleza y de la creación de Dios. Como tal, el ser humano es libre en su capacidad de elección, y tiene además capacidad de razonar para intentar comprender el mundo que lo rodea. Tanto la libertad como el raciocinio son dones de Dios, en la mente de los humanistas, por lo que hay que usarlos y fomentarlos.

El hombre es la obra más perfecta de la creación divina, y por tanto debe ser un objeto de estudio en sí mismo, y además es capaz de conocer la realidad que lo rodea a través de la razón y de la Ciencia, basada en la observación de la naturaleza y de la experimentación. Esta última ha de ser profundizada, por eso la educación es fundamental para el progreso humano, y es necesario el debate entre los sabios y el libre intercambio de ideas en academias y universidades.

Este optimismo en el futuro, y todo el Humanismo en general, se inspira en la Antigüedad clásica, la época grecorromana, cuyos autores y obras son redescubiertos por los humanistas: artistas, científicos, poetas, filósofos, en especial Aristóteles y Platón…

Los humanistas.

El primer humanista, el precursor, fue el poeta italiano Petrarca. Erasmo de Rotérdam era el intelectual más admirado y prestigioso del mundo. Pico della Mirándola intentó fusionar el cristianismo y la cultura grecorromana, buscando superar sus diferencias. El británico Tomás Moro planteó un modelo de sociedad ideal, describiéndola en su obra Utopía. El italiano Maquiavelo describió como debía comportarse un dirigente, donde la razón de Estado justifica cualquier actuación, aunque su moralidad no sea la habitual. El astrónomo polaco Copérnico planteó las bases de la Ciencia con su teoría heliocéntrica, con la que sostenía que no era el Sol el que giraba alrededor de la Tierra, sino al revés. El italiano Leonardo da Vinci fue el modelo de arista humanista, destacando sobresalientemente en pintura, arquitectura, ingeniería, anatomía…

Clave para entender la expansión del Humanismo por el resto de Europa desde Italia fue la invención de la imprenta, por el alemán Gutemberg en 1455 en la ciudad de Maguncia, combinando la tipografía (uso de planchas con tipos o letras móviles entintadas) y el papel. Esto supuso el aumento del número de libros y un gran descenso de su precio, lo que ayudó a la expansión de la cultura y el conocimiento en general, y de las ideas del Humanismo en particular.

La reforma religiosa protestante.

La crisis de la Iglesia católica.

La Iglesia católica vivía una situación muy negativa. Pese al mensaje teóricamente cristiano de la pobreza, vivía con un lujo enorme, tanto la institución (la más rica de Europa) como los miembros del clero, que a menudo no tenían la suficiente formación ni cultura para desempeñar su papel. Además del mal ejemplo que daban con su comportamiento (riqueza, amantes e hijos ilegítimos en lugar de mantener el celibato supuestamente obligatorio), los cargos eclesiásticos se vendían públicamente al mejor postor, no al más preparado o al mejor cristiano, y además se vendían abiertamente bulas (documentos que daba el Papa para autorizar que se cometieran pecados) e indulgencias (documentos que, a cambio de un precio establecido, concedía el perdón de los distintos pecados).

Harto de esta hipócrita situación, un moje alemán en 1517 llamado Martín Lutero, publicó un documento conocido por las 95 tesis en el que criticaba abiertamente a la Iglesia, su lujo y sus pecados, negando el valor de las indulgencias, el poder de la Iglesia como intermediaria de Dios y proponiendo una nueva religiosidad, que terminará por crear una nueva religión cristiana, llamada luteranismo o evangelismo.

Esta nueva religión decía que la salvación del alma (algo fundamental en la mente de la gente en esta época) no se conseguía a través de las buenas obras, sinceras o no, sino que lo necesario era tener fe en Dios y en el mensaje de Jesucristo. Para resolver dudas y tener bases para la fe, la Biblia era la única autoridad, la lectura del evangelio es la principal tarea de un buen cristiano. No necesita que nadie haga de intermediario entre el creyente y Dios, es decir, no hacen falta sacerdotes ni clero organizado, todo el mundo estaba capacitado para ser su propio sacerdote leyendo la Biblia, en lo que se llamó el sacerdocio universal. Puede haber personas que ayuden, sabios en el evangelio, los llamados pastores, pero no es su trabajo dirigir a la comunidad.

Lutero también simplificó la religión, eliminando el culto a la virgen y los santos, y limitando los sacramentos a dos: el bautismo y la eucaristía. El luteranismo se extendió por el centro y el norte de Europa.

La expansión de la reforma protestante.

Lutero no fue ni el primero ni el único en criticar a la Iglesia, pero sí el que tuvo más éxito. Después de él, otros terminaron por crear religiones cristianas en Europa distintas a la católica, como fue el caso del anglicanismo y el calvinismo.

El anglicanismo en realidad nació por motivos más personales. El rey de Inglaterra, Enrique VIII, deseaba divorciarse de su mujer Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Para hacerlo necesitaba el consentimiento del Papa, que se lo negó, por lo que Enrique VIII en 1534 firmó el Acta de Supremacía con la que la iglesia de Inglaterra se separó de la iglesia católica. Esta nueva iglesia, la anglicana, estaría ahora dirigida por el rey de Inglaterra como jefe supremo, por lo que ahora Enrique VIII podía autorizar su propio divorcio y casarse con Ana Bolena, iniciando una historia bastante sangrienta con sus varias esposas posteriores.

El calvinismo fue creado por Juan Calvino, un teólogo francés que residía en Suiza. Su doctrina, más radical que la de Lutero, se denomina la doctrina de la predestinación. En esta religión dios, que es omnipotente y omnisapiente, sabe previamente quienes se van a salvar y quienes van a ir al infierno. Como esto ya esta decidido, sostiene Calvino, no son necesarias las buenas obras. Y como Dios es justo, no premia al malvado, sino que lo castiga, y al bueno le concede premios. Por tanto, aquellos que tengan éxito en la vida (económico, en el trabajo) son los que cuentan con la gracia divina. Hay que esforzarse en el trabajo y enriquecerse, porque ese es un síntoma del favor de Dios. Y lo contrario, aquellos a los que no les va bien, es porque Dios los ha condenado. Rico bueno, pobre malo. A los calvinistas se les llamó hugonotes en Francia, puritanos en Inglaterra o presbiterianos en Escocia.

La contrarreforma católica.

Ante esta situación, La iglesia católica tomó varias medidas, enfocadas a la lucha contra los protestantes y también a intentar reformar aquellos errores que hubiera cometido, según ella misma. Este doble proceso se llamó Contrarreforma.

La lucha contra los protestantes.

En 1542 se extendió el uso de la Inquisición, dándole numerosos recursos y poderes en los territorios gobernados por católicos. Se trata de un tribunal eclesiástico que se encargaba de perseguir y castigar a los herejes (aquellos que se oponen a la doctrina católica). A menudo los castigados eran tantos que se se aplicaban los castigos en masa, en los llamados autos de fe, de asistencia pública y multitudinaria. La Inquisición tenía capacidad incluso de ejecutar a los que considerara culpables.

Se estableció también una lista de libros que se podían leer, aquellos que no criticaran a la Iglesia ni los dogmas católicos, que se llamaba la Congregación del Índice. La posesión y difusión de cualquiera de los libros prohibidos era duramente castigada por la Inquisición, también llamada Santo Oficio.

La reforma de la Iglesia.

Entre 1545 y 1563, se convocó el Concilio de Trento, donde asistieron los altos miembros de la iglesia católica (papa, cardenales, obispos, abades…), varios de los monarcas europeos e incluso el emperador Carlos V. Los objetivos de este concilio eran la corrección de los propios errores y la defensa de los dogmas católicos.

Para defender los dogmas católicos, se confirmó la necesidad de buenas obras para poder alcanzar la salvación del alma. También se reafirmaron los siete sacramentos, la necesidad de la misa dirigida por un sacerdote, el culto a la virgen y a los santos. Todos estos dogmas se explicaban en el catecismo, que recopilaba las creencias fundamentales de los católicos, y se estableció una versión de la Biblia como la única valida, la Vulgata.

Para corregir los errores que la Iglesia reconocía, se prohibieron la venta de indulgencias, obligando a los miembros del clero a residir de forma permanente en sus sedes, a respetar el celibato y a mantener una vida ejemplar. Para formar a estos clérigos se crearon numerosos seminarios, se reformaron algunas órdenes religiosas y se crearon otras nuevas, como es el caso de la Compañía de Jesús (Jesuitas), fundada por San Ignacio de Loyola en 1537.

Pese a todo, la intolerancia religiosa se extendió por toda Europa, provocando un número incalculable de conflictos religiosos, con varias guerras y millones de muertos durante más de un siglo por estas guerras o por la represión violenta y por las persecuciones en todos los bandos.